lunes, 2 de agosto de 2010

EL EFECTO DEL AMBIENTE SOBRE LAS CIRCUNSTANCIAS

Todos, ricos o pobres, jóvenes o viejos, con una buena educación o con una educación menos completa, somos la suma total de las personas y eventos que de alguna manera han cruzado nuestras vidas. Todo pensamiento propio ha ejercido efecto en lo que somos hoy en día. Toda película cinematográfica o programa de televisión que hayamos visto ha ejercido efecto. Todo triunfo o sueño, toda desilusión o duda, al igual que el amor que hayamos sentido por alguien, han ejercido su efecto. Lentamente hemos creado nosotros mismos lo que somos y lo que tenemos. La tendencia humana nos lleva a culpar a otros o a las condiciones exis tentes por nuestra falta de progreso ‑ culpamos al gobierno, a la competencia, a los administradores, a la in flación, a las planillas de pago y aun al tránsito y al clima por las circunstancias en que nos encontramos

Esas personas y eventos que han dejado sus huellas o influencia ‑ ya sea favorecedora o desfavorecedora ‑ son cosas del pasado. Lo que nos sucedió, aunque fuera ayer, no tiene importancia, a menos que lo permitamos. Lo que sí tiene gran importancia son las personas y las cosas que de jarán sus huellas hoy y de hoy en adelante. Lo que hemos sido es un hecho establecido e inmutable. Lo que aún pode mos ser es una oportunidad vasta, ilimitada. Por consi guiente, no permita que el reconocimiento de sus dificul tades o fracasos en el pasado afecten, de manera adversa, sus posibilidades presentes y futuras. El valor mayor del pasado es la manera cómo lo invertimos en el futuro. Permita que el pasado sirva para que el futuro sea más placentero y lucrativo.

Para aquellos que crean seriamente que se la merecen y que algún día alcanzarán la independencia financiera: Elimine cada uno el “espejo retrovisor” de sus vidas y concéntrense en lo que les espera. Como punto de partida en el camino hacia el éxito hagan un inventario cuidadoso de las personas y circunstancias que rodean sus vidas, ya que el efecto que éstas ejercen será el factor que determinará lo que les espera en el futuro. Es decir, determinará el tamaño de la cosecha del otoño próximo.

Algunas veces acumulamos una combinación de contactos y situaciones en la vida que, si no la modificamos en alguna forma, garantizará que nuestro futuro será igual a nuestro pasado. El progreso del ser humano tiene un precio, ya que indudablemente, cada adelanto produce, automáticamente, una pérdida o un sacrificio. Diariamente, todos sufrimos el efecto negativo de alguna cosa. Uno de los grandes desafíos en la vida es alcanzar la sabiduría que nos permita reconocer esas fuentes de influencias negativas y tener el valor de echarlas a un lado, si esto fuera necesario. Nadie se toma voluntariamente una dosis de veneno mortal, sabiendo lo que es; sin embargo, todos tenemos amigos, parientes o socios en los negocios cuyo efecto sobre nosotros es igual que el de una dosis de veneno. La diferencia es que un tipo de veneno mata instantáneamente; una vez ingerido, el cuerpo humano sufre el impacto, se debilita y finalmente cesan todas sus funciones. Otros “venenos” matan la esperanza, la ambición, el entusiasmo y la sed de éxitos. Los métodos son diferentes pero el resultado final es el mismo. Hay poca diferencia entre el que ha renunciado a la vida y el que ha renunciado a la esperanza.

No faltan quienes se ríen de aquellos que leen libros útiles. Sin embargo, hay poca diferencia entre los que no saben leer y los que no quieren leer ‑ el resultado final en ambos casos es la ignorancia.

No faltan quienes desalientan a aquellos que buscan una ocupación mejor. Sin embargo, es esencial que cada uno de nosotros descubra lo que “está escrito” que hagamos, si queremos encontrar la verdadera felicidad.

No faltan quienes critican a aquellos que tienen metas ambiciosas. Pero sin metas ambiciosas, no podemos alcan zar el éxito; y sin éxitos o logros la vida no cambiará de rumbo.

No faltan quienes chismean acerca de aquellos que alcanzan éxitos. Sin embargo, no puede existir motivo de regocijo entre los que se desempeñan pobremente.

No faltan quienes lloran ante aquellos que van en bús queda de una vida mejor. Sin embargo, algunas veces tenemos que alejarnos de aquellos cuyo efecto nos restringe ‑ a pesar de las lágrimas.

No faltan quienes odian a aquellos que logran mejorar sus vidas. Sin embargo, en medio de la pobreza no puede existir la felicidad ni puede haber amor entre los que tienen que soportarla.


Una de las desilusiones de la vida es el abandono de parte de amigos a aquellos que comienzan a mejorar su situación; al mismo tiempo que los que se han quedado rezagados se quejan porque “él se ha olvidado de nosotros ahora que vive bien”. Los que aceptan su mediocridad son los que eligen “quedar rezagados”. Casi siempre son aquellos que se han elevado “sobre la multitud” los que desean regresar a los amigos antiguos y abrazarlos con amistad y amor, pero saben que no pueden hacerlo, ya que la envidia de los que han permanecido rezagados no permitirá que esto se convierta en realidad.

Con frecuencia, es difícil detener el curso de nuestras vidas para eliminar los escombros que hemos acumulado con el correr del tiempo. Tenemos tendencia a recoger y abrazar ideas que son un lastre a nuestro progreso. Atesoramos amistades aunque nos impidan el desarrollo personal. Nos permitimos reconocer a al gunos conocidos aunque éstos afecten o destruyan nuestra actitud mental hacia la vida y las personas. Conservamos asociados en nuestros negocios aunque dichos asociados nos enseñen prácticas inmorales, ilícitas o de poca ética. Aprendemos métodos para aumentar las ganancias mientras reducimos la calidad. Permi timos, de muchas maneras, que mientras nuestras vidas prosiguen sin rumbo, otras personas moldeen nuestro carácter con su actitud mental y sus ideas ‑ personas a quienes su actitud e ideas han proporcionado poco beneficio en su propio progreso, productivi dad o felicidad.

Aunque esta creencia no goce de mucha popularidad, cada uno de nosotros acumula amistades, costumbres, actitudes, hábitos, opiniones y filosofías que sencillamente no podemos darnos el lujo de conservar, si realmente vamos en pos de una vida mejor. Es indudable que las amistades son valiosas. Sin embargo, la vida humana también lo es y sería una torpeza no alcanzar nuestro potencial por temor a enemistar a un buen amigo.

La reunión de colegas profesionales durante la hora del almuerzo, es una actividad común en la vida diaria. En una hora podemos satisfacer nuestros deseos de alimentos y chismografía y criticar y poner en ridículo a los que no están presentes. Podemos repetir rumores‑ sean ciertos o no. Podemos quejarnos del gobierno, la administración, los compañeros de trabajo, el tránsito, los impuestos, el clima y el “sistema”, sin hacer esfuerzo alguno por buscar una solución. Aunque la conversación revele soluciones, no nos esforzamos en comunicárselas a aquellos que posiblemente puedan ponerlas en práctica y seguimos aceptando las cosas tal cual se encuentran en el momento actual.

Para mejorar nuestra actitud mental, obtener mejores resultados y gozar de mayor felicidad, necesitamos poner en práctica una disciplina, que aunque dolorosa, nos permita eliminar la maleza del jardín de nuestra vida.


Es mejor comer solo que en compañía de aquellos cuya conversación es negativa. Es preferible cancelar una cita que mantenerla con personas que nos hacen perder el tiempo. Es mejor cambiar el rumbo de una conversación que prolongarla si su intención es degradar a alguien. Decir la verdad completa y dolorosa es mejor que decir una verdad a medias que ha sido alterada para hacernos quedar bien. Es mejor decir “no” en vez de “sí” a alzo que no queremos hacer o a alguien con quien no queremos estar.

Es mejor ser firmes que corteses ante aquellos cuya personalidad cáustica no justifica la cortesía. Si nuestra meta es mejorar nuestras circunstancias personales, tenemos que aprender a hacer lo que las personas fracasadas, en pocas palabras, no tienen deseos de hacer.

Mejor, tener pocos buenos amigos que muchos malos amigos. Mejor no tener amigos que pocos malos amigos.

La vida es una maniobra delicada durante la cual seleccionamos, rechazamos, revisamos y cambiamos. Toda persona que entra a nuestro mundo trae consigo una contribución o el poder de destrucción. El que trata de ser “siempre simpático” está cortejando, indudablemente, un desastre. Aquellos con una actitud mental venenosa, opiniones extrañas y conversaciones cáusticas tratan siempre de encontrar a una persona simpática que les escuche. Les encanta vaciar su basura verbal en la mente de cualquier persona que quiera escucharles. Uno de los desafíos de la vida es que cada persona aprenda a estar de guardia pro tegiendo el umbral de la mente. Hay que examinar cuidadosamente las credenciales y la autoridad que dicen tener aquellos que tratan de introducirse en el lugar donde se forma la actitud con que nos enfrentaremos a la vida.

Las palabras, las opiniones y los comentarios hechos por otros, hacen mella constante en todos nosotros Las conver saciones impregnadas de melancolía, sin esperanzas y satu radas de quejas, condenación y crítica, nos afectan temporal mente la disposición mental y, permanentemente, la personalidad y el carácter. Tal como indicó un sabio: “Un rostro amargado no es un accidente. Es el resultado de pensa mientos amargos”.

Padres, bien intencionados pero equivocados, dicen frecuentemente a sus hijos que son malos, mal comportados, egoístas o tímidos. Maestros comunican a los padres, por medio de sus acciones o sus expresiones, que sus hijos no son inteligentes, no cooperan o son malos estudiantes. Durante nuestra edad temprana, cada uno de nosotros recibió el impacto de comentarios impulsivos de parte de personas que no se percataban de que dichas palabras estaban formando nuestro carácter. Conforme maduramos, tenemos tendencia a escoger la asociación con aquellos que más se nos asemejan. Los débiles atraen a los débiles, los pobres se sienten más cómodos con los pobres, los que han cosechado éxitos se sienten atraídos hacia otros que han alcanzado éxitos y aquellos que tienen actitudes e ideas optimistas buscan a los que manifiestan las mismas carac terísticas. Lo que somos determina el tipo de persona, evento, libro y estilo de vida que escogemos para aso­ciarnos.

Para que el ser humano logre mejorar sus circunstancias personales y financieras, tenemos que aceptar que ese pro greso requiere tanto hacer como deshacer. Es necesario sacrificar muchas de las actividades y de las personas que actualmente nos influencian. Tenemos que librarnos de esas fuentes de duda, preocupación, negativismo, avaricia y egoísmo, ya que mientras estemos bajo esas influencias, los cambios necesarios no tendrán lugar. Todos aquellos que traten de cambiarse a sí mismos o cambiar sus circun stancias, sin cercenar las “anclas mentales” a que se han atado, descubrirán que de esta manera la labor es casi imposible. Deshacer el pasado es una tarea difícil por sí sola, aun sin el peso de quienes con su conversación, comentarios o actitudes nos encadenan a lo que tratamos de dejar a un lado.

Imagínese a un hombre o a una mujer que ha tratado constantemente de vivir dentro de los límites de sus ingre sos, pagando únicamente parte de sus cuentas, comprando ropa en rebaja, comprando los alimentos menos caros y en general, haciendo todas las otras cosas que tienen que hacer aquellas personas que no ganan “suficiente dinero”. Final mente, llega ese día en el que la persona combina la dosis necesaria de ira, frustración, humillación, determinación, seguridad en sí misma y coraje para decir: “Esto se acabó”. La resolución de cambiarse a sí mismo o a sí misma y cam biar la situación en que se encuentra es inconmovible. Se dedica a leer los libros indicados, se viste de la manera correcta, piensa de manera cabal y va a los lugares ideales. Dedica su vida a cambiar las “cosas” a un plano superior.

Aunque existan estas nuevas emociones ‑ estímulo, determinación y esfuerzo ‑ imagínese las probabilidades de éxito si la persona debe regresar al final de la jornada a compartir el tiempo con aquellos cuyas voces resuenan con desaliento, ridículo y dudas exageradas. Parece ser que siempre existe el cuñado listo a decir: “Siempre estás en quiebra y sin embargo presentas una fachada de lujo. ¡Buena suerte! “

El estar sujetos tanto a nuestra nueva “determinación de alcanzar el éxito” como a aquellos que nos rodean y cuyas palabras nos recuerdan un pasado estéril, es lo mismo que un viaje en un ascensor mental. Ascendemos con nuestras ideas y nuestras acciones pero siempre hay alguien que, sin pensar, aprieta el botón que nos regresa al lugar donde comenzamos nuestro viaje. Reemplazamos la seguridad alcanzada recientemente con las dudas antiguas, superamos nuestras acciones con los temores anteriores y finalmente, es posible que regresemos a las ideas que llevan a la pos tración mental y financiera. Una vez que por medio de sus opiniones bien intencionadas pero destructivas, nos han hecho regresar de nuestro viaje de sueños, ambición y éxitos, nuestras amistades nos invitan a una fiesta de fin de semana para que seamos nuevamente partícipes activos en los chistes, el sarcasmo y el chisme de todos aquellos que se encuentran a gusto en su mediocridad. Una vez que nos deshacemos de nuestro sueño de una vida mejor y aceptamos las condiciones antiguas, silenciosamente dejamos de tratar, planear, soñar, explorar o lograr.

El rodearnos de amigos buenos tiene un valor incalculable. El peligro a que nos exponemos al rodearnos de amigos malos puede ser amasador. Es posible que la filosofía óptima sea: “La amistad debe existir en proporción directa al crecimiento personal que se obtiene de dicha amistad”.

Finalmente, el escoger amigos “buenos” no equivale a escoger como amigos a aquellos con más dinero. Las carac terísticas importantes son la actitud mental, la sensibilidad y las otras virtudes humanas que existen en los amigos que escogemos. No todas las personas pobres son malos amigos ni todos los amigos ricos ejercen un efecto enriquecedor en nuestras vidas. Estudiemos cuidadosamente á nuestros “amigos”…sin considerar sus bienes o logros. A1 examinar a nuestros amigos en ambos extremos del espectro finan ciero, posiblemente descubriremos que tenemos “amigos” ricos y pobres con los cuales no podemos darnos el lujo de asociarnos.

Brindo por tus éxitos!

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